La empresa precisa de un perfil directivo diferente para cada circunstancia. No hay buenos estilos directivos ni malos estilos directivos, sino que hay que tener la capacidad de aplicar el estilo directivo que la circunstancia requiera (recomiendo la película Almas en la hoguera).

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Es frecuente encontrarnos con empresas que tienen un gran potencial de crecimiento y de rentabilidad pero que en el mejor de los casos no consiguen levantar el vuelo y, en el peor de los casos, están condenadas a su liquidación.

Si el concepto de negocio es tan bueno, ¿por qué no consiguen sus propósitos?

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Adaptarse a los cambios empresariales

Heráclito decía que «lo más constante en esta vida es el cambio: todo fluye, todo cambia, nada permanece». Los cambios pueden ser periódicos y predecibles, o súbitos e inesperados. Podemos controlar los primeros, y seremos muy competentes si nuestra visión de futuro nos permite prevenir los segundos. Todo cambio exige una adaptación a las nuevas circunstancias, un cambio interno para confluir con lo externo. Este cambio que requieren las nuevas necesidades, gustos o modas, lo llamamos reestructuración o restructuring en su acepción sajona. Según la índole de los cambios, hablaremos de restructuring preventivo o restructuring correctivo.

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Por lo general, y desgraciadamente, cuando una empresa toma la decisión de iniciar un proceso de restructuración es que la cosa ya está muy mal. Normalmente estas decisiones se toman muy tarde y por lo tanto no siempre tienen solución; y si la tienen, debe actuarse de manera muy rápida y eficaz.
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Es frecuente encontrar compañías —y particularmente consejos de administración— que no están satisfechas con los resultados obtenidos. La mayoría de ocasiones se trata de resultados económicos considerados insuficientes, pero también las insatisfacciones pueden estar asociadas a una mala imagen de la empresa en el mercado o a un mal clima laboral.

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Teníamos a un cliente nuestro desesperado porque sus clientes estaban muy descontentos a pesar de que el equipo estaba dando todo lo que podía y más. La empresa realiza un servicio muy complejo y en unas condiciones singulares, ya que debe prestar el servicio con una estacionalidad extrema. En unos pocos días tiene que dar un servicio con un pico de demanda altísimo. El equipo se pega unas palizas de trabajo importantes, con jornadas de trabajo larguísimas, es un equipo técnicamente muy cualificado, el grado de compromiso es muy alto y, sin embargo, los resultados son muy pobres. Leer más

Los criterios de concesión de créditos y préstamos bancarios se están redefiniendo. Los bancos son reacios a cierto tipo de operaciones como financiar a pequeñas y medianas empresas. Estas decisiones están en parte influenciadas por la normativa bancaria europea (acuerdos de Basilea III) como consecuencia de la última crisis bancaria.

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El concurso de acreedores es un procedimiento que normalmente no goza de buena aceptación, ya que muchas veces es entendido como un proceso derivado de un fracaso en la gestión y asociado a una ruina patrimonial absoluta. Tampoco ayuda mucho que menos de un 10% de las empresas en concurso consigan superarlo.

Sin embargo, el objetivo principal del concurso de acreedores es el mantenimiento de la actividad habitual de la empresa. La solicitud del concurso no es un problema, es la solución para que las empresas puedan volver a ser viables tras una reestructuración total: estratégica, financiera, societaria, laboral y de la deuda.

Sin entrar en la normativa legal del proceso ni en su procedimiento, la experiencia de Expert Executive Management en la gestión de empresas en dificultades económicas y en concreto en la gestión de empresas en concurso de acreedores nos permite afirmar que la gestión de una empresa en concurso ha de focalizarse en los siguientes puntos: Leer más